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¿Para qué sirve tu web?

¿Es un pequeño e-commerce o de una empresa grande? ¿Representa una organización sin ánimo de lucro? ¿Es tu blog personal?
Sea como sea, mantener tu contenido en orden y bien estructurado es clave para garantizar una experiencia de usuario decente.

Una web confusa sin trayectos claramente definidos es una experiencia negativa para el usuario, que seguramente no volverá a visitarte. Te interesa facilitarle la navegación, la información y la compra, cuando tu web permita esa conversión.

Evita que el usuario salga -frustrado- de tu página para ir a buscar a otra.

Te aconsejamos comenzar reflexionando acerca de tres puntos clave:

1

Marca

¿Quién eres? ¿A qué sector hace referencia el contenido de tu web? Define tu identidad de marca y tendrás un punto de partida.
2

Llamadas a la acción

¿Qué quieres que haga el usuario cuando aterriza en tu página? ¿Leer información, comprar un producto? ¿Dejarte su email, registrarse para un webinar?

Si identificas el tipo de conversión que idealmente quieres del usuario, te será más fácil guiarle con una llamada a la acción o CTA.

3

Audiencia objetiva

¿Para quién está pensada tu web? Puedes dirigirte a más de un segmento. Imagina una web de una organización sin ánimo de lucro. Recibirá visitas de usuarios que necesiten sus servicios, de usuarios que quieran hacer una aportación, de patrocinadores, voluntarios... de empresas que quieran colaborar con la causa o de los propios socios.

¡Solo en este ejemplo vemos seis perfiles diferentes!

Una web bien estructurada traza el camino más sencillo, intuitivo y lógico hacia la información.

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Sea como sea tu web, debe tener las siguientes páginas:

1. Una home, pensada para causar una e-x-c-e-l-e-n-te primera impresión. Enseña de un vistazo qué transmite tu marca, producto o servicio. Eso no quiere decir que aburras a los visitantes con mucho texto, sino todo lo contrario: crea una sensación visual.

2. Un apartado sobre la naturaleza de tu organización, su misión y sus valores. Es un “Quiénes somos”, cuando proceda. Una ocasión para aportar más detalles sobre el propósito de la empresa que la web representa.

3. Contacto: Tiéndele la mano a ese visitante que quiere comunicarse contigo dándole una forma de ponerse en contacto. Anímale a la conversión facilitándole un email o formulario, un teléfono al que llamar y tu ubicación. Recuerda que es un potencial cliente 😉

4. Blog: Requiere una labor continua, pero es una buena forma de transmitir que tu web está viva y muy al día. Será tu oportunidad de hablar sobre los temas de los que eres profesional y te ayudará a posicionarte en los resultados de búsqueda con una buena estrategia de SEO.

Ten en cuenta que el impacto que tu web causa en el usuario es un cúmulo de factores de influencia: desde los colores que usas, el fondo, la disposición de los elementos… hasta la tipografía y el tono en el que te diriges a ellos… Esencial será tener establecida la voz de tu marca y una identidad visual definida y respetada.

Teniendo cubierta la base de tu web con los cuatro elementos anteriores, estás listo para crear páginas individuales de los servicios que quieras destacar, donde que tu audiencia aterrice.

Próximamente: Landing pages, ¿qué son?